CULTURA DE CONSUMO Y COSTO AMBIENTAL
La palabra “costo ambiental” sin duda, hoy en día no es fácil de escuchar en la televisión ni en el diario y mucho menos en una conversación cualquiera. Y es que simplemente de eso hoy no se habla, aún sabiendo que si nuestros desmesurados hábitos de consumo continúan de la forma actual estamos condenando la supervivencia de nuestros hijos y nietos en el deteriorado planeta que les dejaremos como legado.
El desconocimiento y la despreocupación que existe acerca del daño ambiental es rotundo, y es fomentado por los medios de comunicación masivos y obviamente por todos los que se ven beneficiados económicamente de los inescrupulosos abusos que se cometen día a día con el medio en el que habitamos.
Es común que nos cuestionemos diariamente cual es el costo económico de adquirir tal o cual cosa, de comprar en ese negocio o en el otro, en fin, de evaluar que es lo que tiene menor costo monetario pasa nosotros. Pero desgraciadamente nunca pensamos en que es menos costoso para nuestro medio ambiente, y es que hoy en día estamos tan alejados del proceso que nos permite adquirir ese bien o servicio que nuestro desconocimiento es lógico y previsible.
Los múltiples etapas de un proceso productivo (extracción, separación, filtración, elaboración, transporte, etc. ) traen implícitos un impacto ambiental que es omitido y que en ningún momento se devuelve a la naturaleza. Erosión, polución, extinción de especies son costos que no pagamos a la hora de consumir. Y es justamente este desconocimiento el que nos hace carecer de límites a la hora de consumir, puesto que no somos testigos de la cadena de hechos que trae consigo la producción del bien que consumimos y al no tener la noción de ello los límites de nuestro consumo se fijan nada mas que por nuestra capacidad económica.
“Conforme la sociedad se va complejizando, el hombre se va alejando de la naturaleza, ya no tiene que luchar contra los elementos y éstos le afectan mas remotamente. El efecto de sus deseos no lo ve reflejado en el impacto ambiental que éstos generan, así que mientras exista alguien que esté dispuesto a satisfacerlos a cambio de dinero, la moderación en los deseos atenderá a razones económicas no a razones naturales
Al alejarnos de la naturaleza hemos perdido esa sabiduría humana que nos indicaba cuales eran los límites de explotación del entorno que nos permitían sobrevivir de una forma sostenible con él. Hoy somos incultos y lo que es peor, no queremos saber. Conocer el impacto de nuestras actividades más cotidianas sobre la naturaleza se ha convertido en algo Tabú. No vale la pena conocer el horror y lo desagradable. Ya pagamos por los servicios que nos venden pulcros, exentos de culpa.(…) Esa sabiduría del cazador que pide perdón a Dios (a la naturaleza) y al animal porque le permiten sobrevivir un día más, ha desaparecido en nuestra sociedad. El problema no es ver el lado oscuro de la vida sino percatarnos de que nuestro progreso social se está oscureciendo cada vez más y que no lo queremos ver. La cantidad de energía, espacio natural y materiales que tenemos que remover es cada vez mayor, pero cada vez existen más empresas, organismos y estados interpuestos que diluyen nuestra responsabilidad como consumidores finales.
(Antonio Valero,2004)
Todos los días inconscientemente y a veces no tanto, nos cubrimos los ojos, nos desligamos de la responsabilidad, nos lavamos las manos y consumimos más de lo que realmente necesitamos, y con ello alimentamos una cultura que esta inmersa en nuestra sociedad y que las personas que la abastecen, la fomentan y la protegen están deseosas de perpetuar…
La palabra “costo ambiental” sin duda, hoy en día no es fácil de escuchar en la televisión ni en el diario y mucho menos en una conversación cualquiera. Y es que simplemente de eso hoy no se habla, aún sabiendo que si nuestros desmesurados hábitos de consumo continúan de la forma actual estamos condenando la supervivencia de nuestros hijos y nietos en el deteriorado planeta que les dejaremos como legado.
El desconocimiento y la despreocupación que existe acerca del daño ambiental es rotundo, y es fomentado por los medios de comunicación masivos y obviamente por todos los que se ven beneficiados económicamente de los inescrupulosos abusos que se cometen día a día con el medio en el que habitamos.
Es común que nos cuestionemos diariamente cual es el costo económico de adquirir tal o cual cosa, de comprar en ese negocio o en el otro, en fin, de evaluar que es lo que tiene menor costo monetario pasa nosotros. Pero desgraciadamente nunca pensamos en que es menos costoso para nuestro medio ambiente, y es que hoy en día estamos tan alejados del proceso que nos permite adquirir ese bien o servicio que nuestro desconocimiento es lógico y previsible.
Los múltiples etapas de un proceso productivo (extracción, separación, filtración, elaboración, transporte, etc. ) traen implícitos un impacto ambiental que es omitido y que en ningún momento se devuelve a la naturaleza. Erosión, polución, extinción de especies son costos que no pagamos a la hora de consumir. Y es justamente este desconocimiento el que nos hace carecer de límites a la hora de consumir, puesto que no somos testigos de la cadena de hechos que trae consigo la producción del bien que consumimos y al no tener la noción de ello los límites de nuestro consumo se fijan nada mas que por nuestra capacidad económica.
“Conforme la sociedad se va complejizando, el hombre se va alejando de la naturaleza, ya no tiene que luchar contra los elementos y éstos le afectan mas remotamente. El efecto de sus deseos no lo ve reflejado en el impacto ambiental que éstos generan, así que mientras exista alguien que esté dispuesto a satisfacerlos a cambio de dinero, la moderación en los deseos atenderá a razones económicas no a razones naturales
Al alejarnos de la naturaleza hemos perdido esa sabiduría humana que nos indicaba cuales eran los límites de explotación del entorno que nos permitían sobrevivir de una forma sostenible con él. Hoy somos incultos y lo que es peor, no queremos saber. Conocer el impacto de nuestras actividades más cotidianas sobre la naturaleza se ha convertido en algo Tabú. No vale la pena conocer el horror y lo desagradable. Ya pagamos por los servicios que nos venden pulcros, exentos de culpa.(…) Esa sabiduría del cazador que pide perdón a Dios (a la naturaleza) y al animal porque le permiten sobrevivir un día más, ha desaparecido en nuestra sociedad. El problema no es ver el lado oscuro de la vida sino percatarnos de que nuestro progreso social se está oscureciendo cada vez más y que no lo queremos ver. La cantidad de energía, espacio natural y materiales que tenemos que remover es cada vez mayor, pero cada vez existen más empresas, organismos y estados interpuestos que diluyen nuestra responsabilidad como consumidores finales.
(Antonio Valero,2004)
Todos los días inconscientemente y a veces no tanto, nos cubrimos los ojos, nos desligamos de la responsabilidad, nos lavamos las manos y consumimos más de lo que realmente necesitamos, y con ello alimentamos una cultura que esta inmersa en nuestra sociedad y que las personas que la abastecen, la fomentan y la protegen están deseosas de perpetuar…
_NO nOs cUbrAmOs loS oJO$_